Entre mochilas y bolsas 


En México, estamos a unas horas del regreso a clases, el cual será este 28 de agosto, y la ‘paz y tranquilidad’ en el transporte también llegará a su fin. 

Estudiantes de todos los grados subirán al transporte público -en sus diversas formas- y serán contados los que pongan a la altura de sus pies las mochilas, bolsas o morrales, mientras que el resto, no las quitarán de sus hombros, sin importar si entorpecen el paso, si golpean a las personas que van sentadas o si las mojan --ahora que estamos en temporada de lluvias--, sin que falte el usurario(a) que pique ojos con su paraguas, y esos lamentablemente abundan.

En el caso de las primarias y secundarias, además de los 5 o 6 kilos que llevan entre cuadernos y libros, también llevan otra maleta para las actividades deportivas y una más para el ‘lunch’, así que por estudiante suman tres bultos de dimensiones considerables, limitando la oportunidad de que más personas puedan subirse a cada unidad.

Y el escenario se complica en hora pico, ya que la mayoría siente que por lo que ha pagado por su pasaje tiene derecho a ocupar el espacio que sea, maltratar al conductor que le llame la atención, así como el usuario que pide permiso para pasar… Ah, porque en los pasillos, van con su back pack, escuchando música con sus audífonos puestos, el celular y/o café en mano, reduciendo el espacio de “tránsito” y si ya con dos filas era complicado, con mochilas se vuelve imposible cuando se trata de bajar de la unidad… 

¿De verdad requerimos reglamentos estrictos para la sana convivencia? ¿Es necesario que nos traten como no adultos ante la falta de empatía, tolerancia y sentido común?  

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Rosaura Cervantes Conde

Directora General