Choferes de tranvías aseguran que el transporte con mulitas sobrevivirá
Choferes de tranvías aseguran que el transporte con mulitas sobrevivirá
En las calles de la Ciudad de México, a finales del siglo XIX, los choferes de los tradicionales tranvías de mulitas defendían con orgullo su oficio y la nobleza de sus animales.
-“Mientras haya mulitas y pasajeros, el tranvía seguirá rodando” -
Conduciendo vagones tirados por mulitas, aseguraban que su sistema sobreviviría a cualquier ‘moda pasajera’.
-"Las mulitas nunca fallan, no necesitan vapor ni electricidad, y conocen el camino mejor que muchos hombres“-
El Tranvía de Mulitas, con rutas emblemáticas como la de Tacubaya, Mixcoac y Tlalpan, era el corazón del transporte urbano. Movilizaron miles de personas a lo largo de polvorientas calles, conectando barrios con el centro de la ciudad. Sin embargo, en 1900 comenzaron a instalarse los primeros sistemas de tranvías eléctricos, impulsados por nuevas inversiones y la modernización impulsada por el gobierno de Porfirio Díaz.
Los conductores de mulitas, temerosos de perder su sustento, organizaron protestas y solicitaron apoyo a las autoridades.
Alegaban que los tranvías eléctricos eran peligrosos, caros y fríos, mientras que sus mulitas eran confiables y "parte de la familia del usuario".
Muchos incluso boicotearon las nuevas rutas eléctricas que, en poco tiempo, se expandieron hacia Xochimilco, Coyoacán y el centro histórico.
A pesar de la modernización, la última línea de tranvía de mulitas, que corría de las calles de Guatemala a Granada, sobrevivió hasta el 10 de noviembre de 1932, resistiendo por más de tres décadas a la presión de la electrificación y la llegada de los autobuses urbanos.
Los choferes y trabajadores organizados, agrupados en la Alianza de Tranviarios, lucharon por mantener su fuente de empleo.
La historia se repite
Cuando surgió el Metrobús en 2005, los transportistas de microbuses, sobre todo de rutas como Ruta 2, se opusieron temiendo la desaparición de su modo de vida.
Hoy, nuevamente muchos operadores de transporte concesionado enfrentan con incertidumbre sobre el cambio hacia unidades eléctricas, telemetría digital, solicitudes remotas y sistemas integrados de cobro.
A lo largo de la historia, el transportista mexicano ha demostrado su coraje y pasión por mover a su gente, aún frente a cambios que parecían imposibles de superar.
Cada transformación tecnológica representa un desafío, sí, pero también una oportunidad para renovarse, crecer y dignificar su oficio.
Hoy, el llamado no es a olvidar el pasado, así como aquellos choferes de mulitas que aprendieron a conducir tranvías eléctricos, los transportistas de hoy tienen en sus manos la oportunidad de conducir la movilidad hacia un nuevo horizonte: más limpio, más seguro, más digno.
Porque el alma del transporte no está en la máquina, sino en las manos y el corazón de quien la conduce. Mientras existan personas comprometidas con mover a su comunidad, el espíritu del transportista siempre sobrevivirá.
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